• Finanzas sanas: Contar con los recursos económicos necesarios para mantener la existencia y operación de nuestra intervención durante un año, y con fuentes de financiamiento suficientes para permitir la planeación a mediano plazo de nuestros programas. 

• Administración, transparencia y rendición de cuentas: Tener procesos y capacidades adecuadas para una administración eficiente y transparente de los recursos, y para el cumplimiento en tiempo y forma de las obligaciones legales y fiscales.

• Cultura organizacional: Asegurar que todas las personas que colaboramos en el equipo operativo y en el consejo directivo compartimos valores, pilares y objetivos que orientan nuestras acciones y decisiones.

• Alianzas estratégicas: Identificar, establecer y mantener alianzas con organizaciones, instituciones y redes que nos permitan potenciar el impacto a nivel local, regional y nacional. 

• Recursos humanos: Tener procesos adecuados para atraer, retener y formar constantemente a un equipo adecuado que pueda dar continuidad al trabajo que  hacemos, en los diferentes niveles de la organización (equipo operativo, directivo, y consejo).  

• Un modelo de intervención que se vive y atraviesa a la organización internamente. 

• Se ha construido participativamente, a partir de los intereses, necesidades, fortalezas y propuestas de la comunidad. 

• Parte de aprendizajes de otras buenas prácticas, que han sido adaptados y probados en el contexto en el que trabajamos. 

• Incorpora los enfoques de la organización, tiene fundamentación teórica y empírica, permite medir y dar cuenta de los resultados, y está documentado de manera que permite su réplica. 

Que podemos demostrar que nuestra intervención contribuye a incrementar las capacidades (conocimientos, creencias, actitudes, habilidades, recursos, redes y oportunidades) para que las niñas, niños y jóvenes puedan elegir y vivir una vida que valoran.